viernes, 21 de abril de 2023

CÁNCER

 04 de Febrero: Día Internacional contra el Cáncer 


Causas del cáncer

El cáncer se produce cuando células normales se transforman en células tumorales a través de un proceso en varias etapas que suele consistir en la progresión de una lesión precancerosa a un tumor maligno. Esas alteraciones son el resultado de la interacción entre factores genéticos de la persona afectada y tres categorías de agentes externos, a saber:

·         carcinógenos físicos, como las radiaciones ultravioletas e ionizantes;

·         carcinógenos químicos, como el amianto, sustancias contenidas en el humo de tabaco, las aflatoxinas que contaminan los alimentos y el arsénico presente en el agua de bebida; y

·         carcinógenos biológicos, como determinados virus, bacterias y parásitos.

Factores de riesgo de cáncer 

El consumo de tabaco y de alcohol, la alimentación poco saludable, la inactividad física y la contaminación del aire son factores de riesgo de cáncer y de otras enfermedades no transmisibles.

Además, también lo son algunas infecciones crónicas, sobre todo en los países de ingresos bajos y medianos. Cerca del 13% de los casos de cáncer diagnosticados en el mundo en 2018 se atribuyeron a infecciones carcinógenas, especialmente las causadas por Helicobacter pylori, los papilomavirus humanos, los virus de la hepatitis B y de la hepatitis C y el virus de Epstein-Barr.

Prevención

El riesgo de cáncer puede reducirse:

  • no consumiendo tabaco;
  • manteniendo un peso corporal saludable;
  •   tomando una alimentación saludable que incluya frutas y hortalizas;
  •  realizando actividad física con regularidad;
  • evitando o reduciendo el consumo de alcohol;
  • vacunándose contra el papilomavirus humano y la hepatitis B en caso de pertenecer a los grupos en los que se recomienda esta intervención;
  • evitando la radiación ultravioleta (principalmente, por la exposición al sol y en los aparatos de bronceado artificial) o protegiéndose de la luz solar;
  •  haciendo un uso seguro y adecuado de las radiaciones en la atención de salud (para fines diagnósticos y terapéuticos);
  •  minimizando la exposición ocupacional a las radiaciones ionizantes;
  •  reduciendo la exposición a la contaminación del aire exterior e interior, incluido el radón (un gas radiactivo que se produce por la descomposición natural del uranio y que puede acumularse en edificios como los hogares, las escuelas y los lugares de trabajo). 


Detección precoz

La mortalidad por cáncer se puede reducir si se detecta y se trata a tiempo. La detección precoz tiene dos componentes: el diagnóstico precoz y el tamizaje (cribado).

El diagnóstico precoz consta de tres componentes:

·        el conocimiento de los síntomas de los distintos tipos de cáncer y de la importancia de acudir al médico si se observan anomalías que suscitan preocupación;

·        el acceso a los servicios clínicos de evaluación y diagnóstico; y

·       la derivación oportuna del paciente a los servicios de tratamiento.

Tamizaje (cribado)

La finalidad del tamizaje es detectar indicios de un cáncer concreto o una determinada lesión precancerosa en personas asintomáticas. Cuando se encuentran anomalías durante el tamizaje deberán realizarse más pruebas para confirmar o descartar el diagnóstico y para derivar al paciente a tratamiento, si es necesario.

La selección de las personas que se incluyen en los programas de tamizaje se basa en la existencia de factores de riesgo y en la edad, con miras a evitar la realización de demasiados estudios que conduzcan a un exceso de falsos positivos. Estos son algunos ejemplos de métodos de tamizaje:

·         las pruebas de detección de papilomavirus humanos (por ejemplo, para detectar su ADN o ARNm) como técnica prioritaria para el cáncer de cuello uterino; y

·         la mamografía para detectar el cáncer de mama en las mujeres de 50 a 69 años, en los lugares donde el sistema de salud pueda ofrecerla.


LEPRA (mal de Hansen)

 24 de enero: Día Mundial de la Lepra 



Se trata de una enfermedad infecciosa crónica, causada por una bacteria llamada Mycobacterium leprae, que afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos. Se puede curar y el tratamiento en las fases iniciales puede evitar la discapacidad. Además de las deformaciones físicas, los afectados sufren también estigmatización y discriminación.

Transmisión

La lepra se transmite a través de las gotículas expulsadas por boca y nariz. Para contraerla hay que mantener durante meses un contacto estrecho y prolongado con una persona afectada que no reciba tratamiento. En cambio, no se propaga por los contactos ocasionales con una persona con lepra que tienen lugar, por ejemplo, al darle la mano o abrazarla, compartir comida o sentarse junto a ella. Además, el paciente deja de transmitir la enfermedad cuando comienza a recibir tratamiento.

Diagnóstico

Se diagnostica cuando se observa al menos uno de los siguientes signos básicos:

1) pérdida definitiva de sensibilidad en una mancha o placa cutánea pálida (hipopigmentada) o rojiza;

2) hipertrofia o engrosamiento de un nervio periférico, con pérdida de sensibilidad y/o debilidad de la musculatura que inerva;

3) observación al microscopio de la presencia de bacilos en un frotis por raspado de incisión cutánea.

Atendiendo a estos signos, y a efectos del tratamiento, se clasifican los casos en los tipos paucibacilar y multibacilar.

Caso paucibacilar: caso con una a cinco lesiones cutáneas, sin presencia demostrada de bacilos en un frotis cutáneo.

Caso multibacilar: caso con más de cinco lesiones cutáneas; o con afectación nerviosa (neuritis pura o neuritis más cualquier número de lesiones cutáneas); o con presencia demostrada de bacilos en un frotis por raspado de incisión cutánea, independientemente del número de lesiones cutáneas.

Tratamiento

La lepra es una enfermedad curable. El esquema terapéutico actualmente recomendado reúne tres fármacos: dapsona, rifampicina y clofazimina, cuya administración combinada se conoce como tratamiento multimedicamentoso o politerapia. Su duración es de seis meses, en los casos paucibacilares, y de 12 meses en los multibacilares.